
Iaroslav Kozak (Ucrania)
Conocido como Iaros, su biografía se escurre, llena de lagunas, en un personaje opaco y misterioso. Formó parte de la bohemia porteña durante los años sesenta y setenta.
Frecuentaba el Di Tella, así como los bares donde los jóvenes se reunían a discutir sobre arte y política: el Florida, el Bárbaro, el Moderno, entre otros. Iaros se convirtió en testigo silencioso de aquella escena. Quienes lo conocieron coinciden en que terminó internado en un psiquiátrico, y en algún momento a comienzos de la década del noventa se perdió su rastro.
Su fotografía hubiera pasado al olvido de no ser por un maletín que Rómulo Macció -su amigo de bares y vecino de La Boca- rescató de la pensión donde vivía cuando se lo llevaron. Apenas un recorte de su producción, en gran parte perdida, pero permiten vislumbrar su particular mirada. Imágenes en blanco y negro sobre Buenos Aires, sus habitantes, sus calles, sus bares, en las que predominan la soledad, la noche y cierta distancia inquietante y oscura.
En ocasiones por medio de reflejos o cortes transversales en las composiciones, se generan espacios dislocados e interrupciones que vuelven lo real inaprensible. Tan enigmáticas como el conjunto de autorretratos, en los que Iaros crea múltilples ficciones de sí mismo para volver su figura aún más escurridiza.
Conocido como Iaros, su biografía se escurre, llena de lagunas, en un personaje opaco y misterioso. Formó parte de la bohemia porteña durante los años sesenta y setenta.
Frecuentaba el Di Tella, así como los bares donde los jóvenes se reunían a discutir sobre arte y política: el Florida, el Bárbaro, el Moderno, entre otros. Iaros se convirtió en testigo silencioso de aquella escena. Quienes lo conocieron coinciden en que terminó internado en un psiquiátrico, y en algún momento a comienzos de la década del noventa se perdió su rastro.
Su fotografía hubiera pasado al olvido de no ser por un maletín que Rómulo Macció -su amigo de bares y vecino de La Boca- rescató de la pensión donde vivía cuando se lo llevaron. Apenas un recorte de su producción, en gran parte perdida, pero permiten vislumbrar su particular mirada. Imágenes en blanco y negro sobre Buenos Aires, sus habitantes, sus calles, sus bares, en las que predominan la soledad, la noche y cierta distancia inquietante y oscura.
En ocasiones por medio de reflejos o cortes transversales en las composiciones, se generan espacios dislocados e interrupciones que vuelven lo real inaprensible. Tan enigmáticas como el conjunto de autorretratos, en los que Iaros crea múltilples ficciones de sí mismo para volver su figura aún más escurridiza.