Radicado en Buenos Aires en 1925, desde los 15 años se formó como fotógrafo de manera autodidacta mientras despuntaba su interés por la pintura, que estudió en la Escuela Nacional de Bellas Artes Manuel Belgrano. Desde 1945 fundó y dirigió la revista literaria Gaceta del Libro y participó en Claridad y el Teatro del Pueblo, cuyas actividades fotografió, retratando a figuras como Josefa Goldar, Leónidas Barletta y Raúl de Lange. En esos años se sumó al Foto Club Buenos Aires, donde fue jurado de premios y exposiciones al igual que en la Federación Argentina de Fotografía y la Fédération Internationale de l’Art Photographique.
Desde 1957 fue fotógrafo de moda para la revista Claudia de Editorial Abril, donde elaboró un estilo propio que articulaba el glamour propio del género con un fino sentido de la ironía, adecuado a la lectora sofisticada y culta que postulaba la revista. Simultáneamente realizó fotografía publicitaria para agencias como Gowland o Yuste, en avisos y producciones institucionales de innumerables marcas argentinas y extranjeras: desde Hellmann’s y La Serenísima hasta L’Oréal, Atanor, Coca-Cola o Ford, y también entidades como el Patronato de la Infancia o Aerolíneas Argentinas. En ese contexto trabajó con futuras estrellas como Susana Giménez, Isabel Sarli o Claudia Lapacó, y figuras ya consagradas como Amelia Bence, Rodolfo Ranni o Juan Carlos Castagnino. La extensa producción de Senderowicz a lo largo de cuatro décadas se volvería un componente esencial de la cultura visual argentina del siglo XX, y un documento insoslayable de los gustos y consumos de la sociedad de masas.
La defensa de la propiedad intelectual y la jerarquización profesional de la fotografía se articuló con el interés de Senderowicz por sus posibilidades estéticas, que exploró desde su participación en el grupo La Carpeta de los Diez, junto a Annemarie Heinrich, Anatole Saderman y otros referentes. Dentro y fuera de este grupo –con el que exhibió en el Teatro Ópera en 1959– Boleslaw construyó una sólida producción experimental donde el enmascaramiento, el montaje de negativos, el retoque y otros procedimientos propios de su labor comercial devinieron potentes recursos de distanciamiento poético y exploración lúdica de las posibilidades expresivas de la fotografía.
En 1990 realizó su primera retrospectiva individual en la Fotogalería del Teatro Municipal General San Martín. Más recientemente, su obra fue exhibida en diversas ediciones de Buenos Aires Photo y la exposición Mundo propio. Fotografía moderna argentina 1927-1962, realizada en el MALBA en 2019. El libro Boleslaw Senderowicz. Fotógrafo (Ed. Vasari, 2019), compilado por Paula Senderowicz y Diego Guerra, reúne parte de su producción y recupera su trayectoria.